Ascendí a los cielos,
al culmen de mis
sueños;
donde estaba ella,
tan sencilla y
serena.
Acurrucado a su lado,
en su calidez
esponjosa,
agradecido de su
abrazo,
ávido de su suave boca.
Lejos de las miradas,
excepto la suya, privada;
en un mar de
penumbras,
en un océano de
dudas.
Su cuerpo me emboba
y mi voz la adora.
Su corazón me
responde,
mas mi mente no la
oye.
Lamentos reprimidos,
rabia disimulada,
ahogo entrevisto,
lástima contagiada.
Regreso al mundo,
...mi propio averno;
le fallo de nuevo,
una vez más huyo.
Una cruda despedida helada
de amantes
cariacontecidos.
A las puertas de la vil
retirada,
solo, viajo hacia el
abismo.
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