miércoles, 8 de abril de 2020

EL HÉROE EFÍMERO

Para el Concurso de historias sobre nuestros héroes de ZENDALIBROS.COM

¡Lo conseguimos! ¡Por fin logramos aislar el COVID 19, el coronavirus causante de la mortífera pandemia que nos asola en estos días!
Se trataba de una técnica novedosa, inédita, sin parangón en la medicina, tomar uno de estos ínfimos bichitos y agrandarlos exponencialmente para que fuese más sencillo desvelar todos sus secretos y todas las formas de acabar con él.
La lástima es que el experimento se nos fue de las manos. El crecimiento resultó excesivo y, en segundos, nos vimos acorralados en el laboratorio por una inmensa bola coronada y viscosa que rodaba hacia nosotros buscando, anhelando, nuestra sangre.
No había manera de pararlo, pues su tamaño y fuerza eran descomunales. Uno a uno, fue encargándose de mis compañeros, absorbiéndolos dentro de su masa glutinosa y devorándolos horrible y corrosivamente, haciéndoles padecer de un modo torturador.
Se acercaba mi turno, ya que su hambre era insaciable (o su homicida instinto de supervivencia) y aquella cosa obstruía la única vía de escape.
Sólo se me ocurrió morir como un héroe, sacrificándome y llevándomelo por delante para que no saliera de allí e hiciese más daño. Así que tiré todas las probetas susceptibles de reaccionar químicamente y prenderse, provocando un incendio en el angosto recinto. Aquello lo volvió loco, pero él no cabía por la puerta de salida ni por los reducidos ventanucos, de tal forma que se abalanzó sobre mí como un último, desesperado y baldío recurso: el de vengarse.
Me dispuse a recibirlo con los brazos abiertos y los ojos cerrados, asumiendo mi segura muerte aun de aquella manera insufrible. Mas él se impregnó en el camino con las substancias inflamables, disolviéndose su membrana exterior y desparramándose su asqueroso contenido por el suelo, incluso mojándome a mí, lo que impensable y afortunadamente me libró de la ardiente mordedura de las llamas, además de dejarme vía libre para escapar.
De ahí que haya podido contar este relato, aunque aquella impregnación de todo su ser vírico puedo notar que me ha afectado, cambiándome, alterando mi ADN… Ahora soy como él, un virus andante, listo para infectar a todos mis congéneres. De nuevo, sólo cabe el sacrificio postrero, el suicidio, si quiero seguir sintiéndome un héroe. Sin embargo, en estos momentos, algo en mi interior, algo siniestro, animal, me hace replanteármelo seriamente...

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