sábado, 12 de junio de 2021

LA GLORIA HEROICA

Para el Concurso de Relatos #SueñosdeGloria de ZENDALIBROS.COM


Antiguamente, los héroes campaban por la Tierra, sobre todo en la Grecia Clásica (si hacemos caso a la mitología imperante en aquella época, cosa que yo nunca he hecho, ni siquiera en mi más tierna y cándida infancia).

Después les siguieron los sucesivos soldados heroicos que nacían de los distintos periodos históricos y de sus respectivas guerras y batallas acaecidas irremediable y cruelmente en aquellos momentos penosos (aunque muchos los tilden de epopéyicos y dignísimos cuando menos; si bien no sé qué tiene de honorable masacrar a nuestros semejantes, a pesar de realizarse por una "buena" causa).

Y ya hoy en día, los héroes y heroínas se han transformado en simples, excelentes, ejemplares y muy meritorias personas que lo dan todo por el prójimo ajeno sin esperar nada a cambio, al menos ocasionalmente.

Yo siempre he ansiado ser un héroe, pero no análogo a los protagonistas de la literatura y el cine clásico. Soy, lo que se da en llamar, un friki, un fanático de los cómics de superhéroes, con lo que mis miras se han decantado por la fantasía más pueril. Continuamente me he imaginado a mí mismo convirtiéndome en el personaje de turno, el que me atrajese más en aquel momento, sin embargo mi obstinado pragmatismo me ha hecho sempiternamente volver a la realidad, fastidiado y pesaroso.

Sólo una cosa me hacía recobrar el ánimo, el planear mi efectiva incursión en el universo superheróico prescindiendo del adjetivo "súper", y creando un héroe a mi medida, la única posible, un guerrero actual, entrenado en el combate cuerpo a cuerpo y en el manejo de todo tipo de armas y explosivos, como un sucedáneo del célebre hombre murciélago que todos conocemos, aunque sin tanta parafernalia tecnológica, por descontado.

Así que me puse a ello, ilusionado y temeroso. Diseñé el uniforme ceñido característico, ideé un nombre pegadizo (que todavía prefiero mantener en el anonimato hasta estar completamente seguro de él y de llevar a cabo en efecto mi descabellado proyecto), y comencé a ver cómo demonios iba a lograr entrenar de una forma idónea mi enclenque cuerpo, y asimismo obtener el sinnúmero de armas y de munición que necesitaba para mi loca y suicida empresa, por no decir ridícula.

Y en esto me he quedado, en la rendición casi absoluta, petrificado por el fantasma del miedo al bochorno. Así, permanezco en la intimidad de mi habitación cerrada a cal y canto y delante del comprensivo espejo, sin ningún valor para realizar mis disparatados sueños.

Pero algún día lo haré, me atreveré a salir a la noche en busca de delincuentes incautos que merezcan mi acción más demoledora. Lo demás, el reconocimiento, la fama, la gloria y sus magníficas recompensas vendrán solas. ¿O no?

QUINCE MINUTOS DE GLORIA

Para el Concurso de Relatos #SueñosdeGloria de ZENDALIBROS.COM


Creo que fue Andy Warhol quien lo dijo, y no sé si lo dijo exactamente así, aunque por lo menos yo lo escuché de tal modo: "en el futuro todo el mundo tendrá quince minutos de gloria".

Yo, particularmente y sin lugar a duda, tendré más de quince, muchos más… cientos de minutos, de horas, en todos los medios y redes mundiales… Porque me lo merezco, o habré de merecerlo. Ya lo tengo todo planeado, no me echaré atrás, eso es de cobardes. Quiero, anhelo esa fama, aparte de consumar mi codiciada venganza, por supuesto. Ella debe pagar, por lo que me hizo y por todo lo demás. ¿Y de qué manera?, me preguntaba yo infinidad de veces. Entonces lo vi en la televisión, me vino la luz, la inspiración… Ella me las pagaría todas juntas con el sufrimiento más extremo e inimaginable… el de la pérdida de sus críos de la forma más atroz.

Sí, ya sé que también son mis hijos, pero ellos prefieren vivir con ella, con esa traidora. Sí, ya sé que sólo son unos niños, que no alcanzan a comprender la magnitud de su perfidia (al fin y al cabo es su madre, no podemos negarlo), que no tienen la culpa, inocentes que son, que ellos aún me quieren pese a todo, pese a las acaloradas discusiones a gritos que presenciaron, los violentos forcejeos, los tremendos golpes finalmente…

Sin embargo no hay otra opción, al menos ninguna mejor que se me ocurra. Ellos morirán por ella, se sacrificarán en el altar de mi locura (sí, he de estar muy loco para perpetrar algo así, no obstante ella es la que me ha ocasionado tamaña demencia), con la finalidad de que ella padezca del modo más indecible y horroroso, y yo me vea al fin plenamente resarcido y, por añadidura, obtenga mi merecida gloria… aunque solamente sean quince cochinos minutos.